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jueves, 15 de mayo de 2014

¿Querremos que el coche conduzca por nosotros?

El coche autónomo que logran circular por las carreteras sin un ser humano al volante es una de las grandes promesas de un futuro cada vez más cercano.
Aunque estos vehículos están orientados a reducir la tasa de accidentes, su programación podría tener un efecto singular ante situaciones peligrosas en las que estén en juego muchas vidas, podrían decidir que nosotros nos llevemos la peor parte para salvar a los demás.



En situaciones en las que estos vehículos tengan que decidir con qué impactar para minimizar los daños, no solo tendrán en cuenta tu seguridad, sino probablemente la del resto de elementos implicados. La física se convierte en algo en un segundo plano, y llega el debate moral y ético.
Las situaciones de peligro por ahora eran bastante manejables para estos vehículos, que se limitaban a circular en autopistas y carreteras sin apenas viandantes. Su introducción en las ciudades cambia las reglas del juego, y hay muchos más factores a tener en cuenta.

Evitar un posible atropello de varias personas que por despiste crucen sin mirar podría implicar que el software tomará una decisión trágica para nosotros: la de hacer que impactemos con algo para evitar ese atropello, y que ese impacto nos cause graves daños...o la muerte. ¿Cómo se toma en cuenta esa programación moral y ética?