Big Data: Un concepto que
se ha ido repitiendo de forma recurrente en mis clases de Nuevas
Tecnologías y Sociedad de la Información, que a mí, como ''fan''
de la conspiración, me ha dado (cómo no) bastante miedo. Y es que
me ha dado por pensar...
Para aquellos que no
halláis ido a las clases (sorprendentemente muchos) o para aquellos
que simplemente nos leéis y no conocéis el concepto: los sistemas
Big Data pretenden analizar mediante algoritmos toda esa cantidad de
información y de rastros que dejamos por la red para predecir
ciertos comportamientos.
Se nos ha dicho que esta
información podría ser muy relevante para las empresas ya que
podrían conocer el carácter de sus consumidores, qué comprarán,
cuáles son sus gustos e incluso vaticinar sus cambios. E incluso que
los datos podrían ser tremendamente relevantes para agencias
publicitarias... Y sí, lo son. Pero cómo no, yo voy más allá y
siempre en dirección a la conspiración.
¿Y si estos datos son
recogidos por Gobiernos o grandes gigantes, por ''los de arriba''
(quien quiera que sean) para descubrir cómo reaccionará la
población a determinadas medidas, cuánto serán capaces de
aguantar, cuánto tardarán en levantarse contra el poder, quiénes
serán y cómo lo harán...? Quizá suene tremendista pero nada más
alejado de la realidad.
El País a través de una noticia del New York Times
recoge: ''Un grupo de investigadores australianos asegura haber
desarrollado un modelo matemático para predecir el genocidio. Un
sociólogo suizo ha cribado un siglo de artículos periodísticos
para calcular cuándo estallará una guerra''. Y no son los únicos,
en EEUU (cómo no) también se han desarrollado herramientas para
predecir levantamientos de la población contra el gobierno.
El problema no es sólo el volumen de datos, sino la
cantidad de variables utilizadas y lo diferentes que son entre ellas.
Datos como palabras clave en redes sociales (twitter se coloca a la
cabeza con Nathan Kallus
como representante en su análisis del golpe de Estado en Egipto en
2013), blogs, periodísticos digitales; presupuesto dedicado a la
defensa del país; si han existido grandes conflictos a lo largo de
su historia; subida del precio de alimentos (destacando Yaneer
Bam-Yam en
el campo)... Esto hace que la tarea se complique,
pero no que sea imposible.
De hecho, se recogen más nombres como Ben Goldsmith
que dirigió una investigación para señalar que 15 países
contaban con mayor riesgo de sufrir un genocidio entre 2011 y 2015 o
Thomas Chadefaux, un sociólogo de Zúrich, se propuso vaticinar
cuándo y dónde estallaría una guerra.
Kalev H. Leetaru, un
informático de la Universidad de Georgetown, creador de un mina de
información: La Base de Datos Internacional de Acontecimientos,
Lenguaje y Tono. Rastrea noticias en Internet para estudiar qué
podría suceder en el futuro o cual es la situación actual. O
Michael Best, que participó en la creación de un sistema destinado
a controlar la violencia en las redes sociales durante las elecciones
de Kenia del año pasado, según recoge El País.
Como sea quizá las
empresas no estén preparadas para analizar ese nivel de datos y es
cierto que en todos los estudios ha habido errores, y es que es
imposible (hoy por hoy, supongo, o eso quiero creer) tener certeza de
algo con tal nivel de datos, de población y de mentes, pero estoy
convencida que debe de haber quién sí lo consiga y no en demasiado
tiempo.
Vosotros decidís verlo
como algo positivo o negativo. Útil desde luego que lo es, el
problema es para quién y con qué fin.
Cristina Bállega Sánchez